jueves, 2 de noviembre de 2017

Calavera a doña Democracia


Cada seis años, mi amor, prometo ser diferente pero nunca te lo cumplo pues cada seis años quesque hay otro presidente. Y siempre es igual, la misma camada, una burocracia pero revolcada.

(Fragmento de la canción “Seis Años” de Óscar Chávez)

La Gran Señora Democracia
muy formal ella se vestía
pues displicente presumía
ser la mejor entre las gracias.

Se llamaba a sí “La Perfecta”
para gobernar al humano
pero éste, demasiado ufano,
la confundía con “Prefecta”.

“Poder para el pueblo”, decía.
“Los gobernantes son empleados.
¿Y los tiranos? ¡Acabados!”,
la insensata compartía.

Muchos ciegos se lo creyeron
y ciegos así ya votaron
al presidente levantaron
y a senadores eligieron.

“¡Por fin, todos somos iguales!”.
“El poder no nos engañará,
el ‘pueblo bueno’ así pensará”,
así de ingenuos fueron tales.

Mas “la cosa” no mejoraba
aunque en la libertad vivían,
¡pobres!, ellos no comprendían
que las libertades costaban.

Exigían al “Gran Salvador”
que los llevara a la abundancia,
que eliminara la vagancia
del “Grande Pueblo Trabajador”.

Pero el pueblo vendió verdades
de las libertades ganadas
que felizmente intercambiaba
por infames seguridades.

Los “nobles” de nuevo surgían
con mucho poder encumbrados
y todos los premios ganados
en el limbo se les perdían.

La Huesuda, desde lo lejos,
muy calladita ella observaba
pero de un sopetón bajaba
y a todos dejó muy perplejos.

“A esta señora me la llevo”,
sentenció la cruel Calaca,
“pues a muchas leguas destaca
que no quieren de ella ni un vello”.

La Democracia “se les iba”
pues nada hizo la muy taruga,
se despidió la testaruda
y la Seño’ “pasó a mejor vida”.

Pero un día el pueblo entenderá
las verdades que se le entregan:
doña Libertad solo llega
con doña Responsabilidad.

- Roy Lobo (2.nov.2017)

miércoles, 1 de noviembre de 2017

Calavera a Pedro Infante Inmortal


“Dicen que soy mujeriego, no lo puedo remediar, por eso sufro y reniego, ¿pa' qué lo voy a negar?”

(Fragmento de la canción “Dicen Que Soy Mujeriego” de Manuel Esperón)

La Muerte escuchaba un buen canto,
cuyas notas fácil reconoció,
casi rompió en sufridos llantos
al oír “Amorcito Corazón”.

Interpretando a “El Torito”,
el de Sinaloa muy bien cantaba
pero la Tísica, muy prontito,
encontró al que tanto ella buscaba.

Mas, al encontrarse sorprendido,
el Infante se volvió a disfrazar
con su cara de “Tizoc”, el indio,
pero a la Parca no pudo librar.

Ágil, entre unos triates alternó
y hasta la Huasteca se escondía,
la inocente Tucita lo ayudó
y la Flaca, otra vez, lo perdía.

Se ocultó entre “Luises” y “Garcías”
y mientras a un “López” se despachó
y en las faldas de Sara García,
el gran Pedro Infante sobrevivió.

Un “¡Ahí viene Martín Corona!”
la Muerte oyó a alguien gritar
y, por ese grito de un malora,
de nuevo a Pedro volvió a divisar.

En motocicleta él se escapó
como “Pedro Chávez”, policía,
Luis, el “Gallo Giro”, lo acompañó
en su tan estrepitosa huida.

A Mazatlán llegar él quería,
su bella tierra de nacimiento,
a cualquier precio lo lograría
pues lo continuaban persiguiendo.

Volar aviones él disfrutaba
y alcanzó, por fin, el suyo a tomar
pero la Huesuda lo acechaba
y lo atrapó ya en el aire al volar.

Así pasó a las mejores vidas
el gran ídolo de las multitudes,
así Pedro Infante se moría
en sus más completas plenitudes.

Don Pedrito está muy bien, empero,
no te preocupes, querido amigo,
de él se salvaron muchos suegros
de sufrir al mujeriego divo.

Entre calacas y las orquestas,
él ahora se encuentra cantando
jugando a los albures y apuestas
y, seguro, un tequila tomando.

- Roy Lobo (1.nov.2017)